Pensamos que los seres humanos somos una especie inteligente. Sin embargo, la inteligencia de nuestro diseño permite que aquello que es automático y repetitivo, sea automatizado y considerado como un proceso a cargo de nuestro subconsciente. Cuando esto ocurre, libera a nuestra mente conciente para invertir nuestra energía mental en aquello que requiere atención.

Así, una propiedad de la mente puede hacernos entrar en desinteligencias, cuando algo repetitivo y perjudicial para nosotros es automatizado. Con esta historia zen, queremos mostrar la inutilidad de algunoas acciones repetitivas cuando se entregan a lo automático y perdemos la intención de la acción.

"Cuando el maestro espiritual y sus discípulos comenzaban su meditación de la tarde, el gato que vivía en el monasterio hizo tal bulla que los distrajo a todos. En vista de esto, el maestro ordenó que el gato fuera amarrado mientras durara la práctica de la tarde.

Años más tarde, incluso después que muriera el maestro, el gato continuaba siendo amarrado durante la sesión de meditación. Y cuando el gato eventualmente murió, otro gato fue traído al monasterio y amarrado a su vez. Siglos más tarde, discípulos descendientes de la orden escribieron tratados escolásticos acerca de la importancia y el significado religioso de amarrar un gato para las prácticas de meditación."

Nuestro mapa o modelo de mundo, nos condiciona a percibir el presente y el futuro como una extensión del pasado. Podemos escoger experimentar el presente en la medida que lo vivimos. Un vendedor, puede escoger permitirle a sus cliente sus conductas sin catalogarlos y tratarlos bajo es rótulo. Un jefe puede rotular a sus subalternos e impedir el fluir de las relaciones humanas, simplemente por pensar que no tenemos posibilidad de ser diferentes al rótulo.